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jueves, 10 de noviembre de 2011

La explosión demográfica, responsabilidad de todos

La población mundial ha alcanzado los 7.000 millones de habitantes según estimaciones de la ONU. Desde Rusia, India o Filipinas reclamaban el titulo del “niño siete mil millones” para sus bebés, a lo que Bank Ki-moon, secretario general de la ONU respondió, “hoy no es el día de un solo recién nacido o incluso de una generación, sino el día de toda la familia humana”. En 1800 la población era de 1000 millones, tras 130 años, en 1930 alcanzamos los 2000 millones. Solo 30 años después, en 1960 coronamos los 3000 millones de habitantes. Para finales de 2050 la ONU prevé unos 9.300 millones de personas, y a finales del siglo unos 10.000 millones.

Para poder asegurar el desarrollo sostenible del planeta a largo plazo es preciso tratar de alcanzar una serie de derechos fundamentales del hombre en todos los países del mundo. El derecho a la salud reproductiva y conseguir la igualdad entre hombres y mujeres, aparte de mejorar las condiciones de vida de millones de personas, produciría resultados beneficiosos para todos, como controlar y estabilizar el crecimiento de la población y reducir la pobreza.
En los países con democracias y con niveles de vida más alto, en los que la mujer tiene acceso la educación, y se ha producido su incorporación al trabajo, la curva de población es decreciente, incluso hasta llegar a cifras preocupantes. La explosión demográfica en estos países no existe. Es en  aquellos países menos desarrollados donde los índices de natalidad son elevados. Hay una relación directa entre pobreza y los derechos de la mujer. Para conseguir un desarrollo sostenible y equilibrado parece necesario conseguir la igualdad entre hombres y mujeres. Es un proceso que exige tiempo y sensibilización. Hay culturas que tienen muy arraigado en sus creencias la inferioridad de la mujer. Desde el respeto a las diferentes culturas hay que tratar crear conciencia en estas comunidades. Pero el problema nos afecta a todos. Es necesario concienciar a la población mundial del problema demográfico que repercutirá en las generaciones futuras.

Según datos del Fondo de Población de las Naciones Unidas, América Latina y el Caribe es la región con mayor índice de desigualdad socioeconómica del mundo.  Cerca del 43 % de la población de la zona, unos 222 millones de personas, viven en la pobreza. En estas circunstancias la diferencia entre la fecundidad real y la fecundidad deseada es amplia.  Asia y el Pacífico albergan al 60 % de la población mundial. Cientos de millones de personas en esta zona sobreviven con menos de 1 dólar al día. La población de África subsahariana ha crecido en los últimos 30 años más rápido que en cualquier otra región del planeta, a pesar de los millones de muertes provocados por el SIDA. Además es la zona que más problemas presenta para alcanzar los Objetivos de Desarrollo de la ONU y la que más apoyo técnico y económico necesita.




Más de la mitad de la población mundial son menores de 25 años. Asistimos a la generación de jóvenes más extensa de la historia.  Desde este peldaño, desde la adolescencia, es donde hay que empezar a trabajar. Hay que dar a los adolecentes y jóvenes educación, información sexual, apoyo psicológico e integral, y transmitirles el derecho a una paternidad y maternidad responsable.  Con el objetivo de evitar embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual.

La realidad social  de los países más desarrollados nos muestra la solución. Está en nuestro alcance controlar la explosión demográfica. El antídoto contra este problema es la educación, la concienciación y la libertad de todos los hombres y mujeres para ejercer su derecho fundamental a una paternidad y maternidad responsable y deseada.

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