Más allá de intentar establecer un cifra, más o menos acertada, de la cantidad de manifestantes que se concentraron el pasado 15 de octubre en diferentes ciudades del mundo, y de tratar de calificar las protéstas de éxito o fracaso, hay un mensaje realmente emocionante y esperanzador.
Personas de aquí y de allá, con diferentes creencias, ideologías, culturas, encontraron un motivo, un sentimiento común que las unía. Abogados, periodistas, amas de casa, parados, albañiles, jardineros, médicos, actores, personas individuales, diferentes, empiezan a ser conscientes del problema estructural global. Damos una paso más allá. Ya no es solo la crisis que sufre mi país, sino la situación del mundo.
Pero esta entrada del blog nace con la intención de profundizar, de apretar el zoom dentro de la imagen que nos presenta una plaza abarrotada de personas y conocer algo más que una cifra.
Vemos sonrisas, caras emocionadas, ilusionadas, de personas que se sienten cómplices y poderosas todas unidas. Cada una con sus sueños, sus metas, sus problemas. Se lanzan a la calle para, por encima de todo, reclamar su derecho a ser felices, su derecho a no ser estafados, engañados, manipulados, su derecho a ser dueños de sus vidas.
La gente, las ciudades, el mundo está hablando. Expresan su descontento, su indignación, reclaman que ellos son los dueños de la "democracia", piden responsabilidades a sus representantes, exigen respuestas, pero de arriba no se recibe más que silencio.
Resulta emocionante ver el resultado del movimiento, la respuesta de la gente que no quiere permanecer pasiva, responde y actúa.
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